Enero.
Martes. Ocho de la mañana. Amanece en París. La
ciudad despierta del sueño nocturno como un día cualquiera en un
lugar cualquiera. Sin embargo, en
el ambiente se respira la sensación de que
algo lo diferencia del resto. Y así fue. Lagerfeld,
al mando de la casa Chanel,
presentaba su última colección. Bajo la atenta mirada del Grand
Palais,
la naturaleza se imponía como leitmotiv
de un desfile basado en la tranquilidad, la serenidad y la calma. Atrás quedaban ya las ostentosas pero sorprendentes pasarelas que el
Káiser
acostumbraba a presentar. ¿Quién no se acuerda de su casino en
julio del 2015, o de su aeropuerto en octubre del mismo año? Ahora,
una simple pero geométrica casa de muñecas de madera y un césped, se definían como telón de fondo para su gran puesta de largo. Nunca se dijo que la moda y el medioambiente no podían llevarse bien.
Esta vez, el brillo de la colección se hacía visible, no tanto en todo lo que rodeaba al desfile, sino en la importancia de los detalles. Colores suaves, neutros y sutiles vistiendo a un ejército de modelos que, inevitablemente, recordaban a la Reina de Naboo (Star Wars). De esta forma, Lagerfeld reivindicaba su preocupación por el planeta no sólo en sus prendas (zapatos con suela de corcho o vestidos de algodón orgánico), sino que también lo hacía con el broche final de un show en el que la escenografía (cómo no, ecológica) se reciclaba pasando a ser historia. Porque historia es lo que, una vez más, ha conseguido hacer. En Enero, un martes y en París.
*New Chanel Haute Couture collection was released on Tuesday in Paris. This time, Karl Lagerfeld presented, in an wooden ecologic environment, new handmade pieces inspired in Zen culture. Almost 60 models took part in the show placed in Le Grand Palais de Paris.
